Se me ha caído una pestaña en los ojos. Como cuando hago sombras de luz en mi interior, intentando que el enfoque de mi vista haga sombra con cuerpos que aparecen y se desvanecen entre mi silueta y la luz.
No es una contradicción. Cuando agarro las nubes de puntillas y vosotros me agarráis los pies. Siempre acabáis volando sobre mis piernas, viendo la silueta de la ciudad bajo vuestra resbaladiza retina. Ése mundo. Aquel. Tan cerca que casi lo puedo escupir, o esculpir en mi memoria. Quiero hacer café y trenzas, trepar por vosotros hasta el cielo vestida de chica desnuda. El mundo en su órbita y sus ojos reflejados en el televisor apagado. Recuerdo aquella triste canción, nuestros brazos cansados de intentar encajar como piezas de un puzle defectuoso en una mesa de operaciones. Quiero irme y olvidar. Quiero irme y echar de menos. Quiero que desaparezcáis para no olvidarme nunca de vosotros.
Se me ha caído una pestaña en los ojos. Fuerzo mi vista y me reflejo en la ventana, fundiéndome con el paisaje, como siempre que fotografío mi interior.