Estaba agazapado sobre si mismo al fondo de la oscura
habitación, no se le veía la cara, estaba muy quieto
Caminé hacia él lentamente por el camino de seda, intenté
verle la cara
Estaba llorando, la luz de la Luna que entraba por la
ventana lo acariciaba
Me sentí mal
Me miró. Sus lágrimas brillaban, le cubrían la cara
Me incliné para tocarle el hombro, pero rehuyó asustado
-No me toques. Soy
frágil por dentro. Me romperías el alma
¿Y qué iba a hacer yo? ¿Dejarlo allí, llorando?
Le tendí la mano. La miró con repulsión
-¿Vas a quedarte ahí, llorando por tu alma de musgo, por
eses artificiales sentimientos que la hacen frágil?
Me sorprendí cuando me cogió la mano
Un estallido sonó
Y nos alejamos por el camino de seda