El colchón desnudo me acogió con toda su frialdad y desplegué todas mis articulaciones en su espesa tela blanquecina. Cerré los parpados. Me caí. En mi interior y me auto rescaté, me asomé a mi interior deslizaaaandome lentamente por su escurridiza vertiginosidad.
Hay días que pienso que, las personas solo tienen goteras interiores que, rellenan el vacío de los demás, pero hay tantos grifos abiertos y tantas bañeras rotas que me duelen los ojitos cuando los cierro del dolor de solo pensarlo.
No entiendo como la realidad en mi espalda lame flores silvestres y las yemas de mis dedos se pueden estremecer de dolor al ver sus manos,
pero:
(aquí en el colchón no hace viento. No
me rompo en pedacitos pequeños
cuando tiemblo)
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