sábado, 4 de julio de 2015

Puede ser esta la tarde más larga del mundo
el chico que lee a mi lado
camina vacío entre las líneas
sus ojos acueductos petrificados
ahondan en la cutánea marca del libro
como una cicatriz psicológica
o una frase al final de este poema.

El no querer decir nada es inexacto interminable
y el chico que lee a mi lado no sabe que existo
sólo intuye una mancha al rededor de él que lo colapsa
que le deja ciego, inyectando así la anestesia
éso es lo que en realida él ama

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