domingo, 15 de junio de 2014

Las últimas cinco noches

las últimas cinco noches no cerré la persiana ni me dormí, he vivido concentrada en un gran nudo mental con un color blanco sobre su pseudocutánea corteza
las últimas cinco noches he habitado en dos espacios, uno era un parque demasiado alargado con fuentes justo en el centro, otro eran cuatro paredes blancas y yo con las manos llenas de marihuana
despertaba cuando el sol se ponía y me dormía al amanecer, la última noche se fue con una leve lluvia en la ventana, yo me asomé con la sorpresa de unos rallos sobre el tejado de la vecina que desayunaba en su terraza con un vestido de lunares, ambas no estamos preparadas para estas cosas

las últimas cinco noches y el gran eructo mental de Cortázar y todas las recaídas posibles
el café de media tarde y el medio día que no existe, me abanico con lo que parece propaganda en el sucio suelo de mi habitación, siempre me roban el mechero, vemos tres películas por día y hace tanto calor que me extiendo sobre mi misma y cierro las cortinas mientras entra el aire curioso por debajo lentamente, las últimas cinco noches y la soledad y el tender la ropa cuatro personas a la vez mientras un gato las observa desde la puerta, comer con las manos lo primero que encontremos en la cocina gris y llena de mármol sucio, sacar los pies húmedos por la ventana y fumar mientras amanece, tomar zumos de cinco clases diferentes, te verde seco en todos los vasos gastados en hilera en mi cuarto, el gato siempre está despierto por la noche, entra por la ventana se escabulle, nos miramos a los ojos, se hace de día y se va

las últimas cinco noches y el qué día es hoy, miércoles quizá domingo, quizá los supermercados no estén abiertos pero eso a quién le importa, regar las plantas secas recoger la colada de la semana pasada, leo un libro que tiene dibujos marítimos, hace tiempo que no como pescado porque no estoy en casa, hace tiempo que no estoy en casa porque el pescado se vende en la pescadería y yo no me dejo engañar por la escena aparente, como cualquier otra, me apetecen mentolados porque no tengo otra cosa que hacer, hace un milenio amaba y ahora no amo ni a la baldosa que me lame el pie, quizá tenga que mirar más la gente que pasa por la calle cuando me asomo a la terraza sin que me vean, pero nunca veo a nadie porque estoy escondida

No hay comentarios:

Publicar un comentario