miércoles, 29 de agosto de 2012

Me acerqué al borde de mis pensamientos. Era un acantilado muy muy alto desde el que se podía ver a lo lejos, cruzando el mar, la silueta difusa de la realidad.
Me encogí en mi misma me abracé todos mis ángulos imposibles y desdibujé la realidad.
Pero la realidad aún no se había dibujado ni creado más allá de mi imaginación.
En momentos difusos la inspiración se iba y yo lloraba retorciéndome de ideas, escupiendo cada una de las palabras no pronunciadas, hasta llegar a un punto inexacto en el que mis frases se suicidaban colgándose de mi imaginación.
Llegó el amanecer y con él la claridad inventada de este incierto planeta. Distorsioné todas las emociones las vendí a cambio de realidad.
Me acerqué al borde de mis pensamientos. Era un acantilado muy muy alto desde el que se podía ver a lo lejos, cruzando el mar, la silueta difusa de la realidad.

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