domingo, 30 de octubre de 2011

Me asaltan pensamientos, mis sábanas se han vuelto cortas...
Entraste sin permiso en mi jardín y le arrancaste los pétalos a todas las rosas, una por una... Me levanté al alba y recogí los pétalos rosados. Luego me bañé en ellos, me sumergí en una bañera llena de pétalos y volví a sentirme viva.
La vida danza a mi alrededor con sus pasos bellos, la vida es tan bella como una película triste.
Todo el ruído que provoca mi desconocida ciudad choca en mis oídos, haciéndome penetrar en el ambiente de tal forma que sólo sea un más.
Choco contra el invisible cristal de la realidad.
Me bebí de un solo trago la tristeza y me rascó la garganta.
Empecé a lavar mi melancolía en agua fría. Cuando la saqué de la lavadora me dí cuenta de que había desteñido, y todo ahora era del mismo color...

Oigo ruídos que sólo son eco.
Melodías que te despeinan por dentro...

Mis sentimientos son crudos, no me gusta cocinarlos.
¿Será por eso que atraigo a todos los animales salvajes?

Últimamente recibo cartas de la vida, preguntándome que me pasa. Yo le digo que quizá se me está olvidando bailar, que me decepciona ver desgracias ajenas que me lamen el cuello, que mi reloj se paró en una hora inexistente y desde ese momento estoy pendiente del tiempo que no pasa. Si no pasa, es que sigue existiendo...
Entonces la vida, conmovida, me envía postales de los lugares que va a visitar, para que así algún día yo pueda ir, y conocerlos.
La vida es amiga mía, y es con la que viviré siempre. Siempre, la vida y yo. A veces la traiciono yo, otras veces ella, pero si yo la mato me estaré matando a mi mísma.


Si algún día vuelvo a leer esto, no solo sentiré, si no que sentiré recordando, como casi siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario